Cuando los padres de Bruce Reimer lo llevaron a circuncidar no esperaban la terrible noticia
por un error médico, los genitales del bebé estaban completamente quemados.
Conocieron a John Money, un psicólogo que les aconsejó criarlo como niña, pues consideraba que sería más feliz así, que siendo un hombre sin pene.
A partir de los 17 meses de edad Bruce se convirtió en Brenda, y ni él ni su hermano gemelo supieron la verdad. Todo parecía ir como el terapeuta lo había planeado, hasta que Brenda llegó a la pubertad y comenzó a experimentar sentimientos suicidas.
Su madre la describía como una niña muy rebelde y masculina y de la que todos se burlaban así que optaron por abandonar la terapia de Money y confesarle a “Brenda” lo que hicieron.
Así decidió transicionar a David y eventualmente se casó y formó una familia, pero a los 30 años, cuando se enteró que su caso fue inmortalizado en la academia por Money, cayó en una profunda depresión, se separó de su esposa y algunos años después murió por suicidio.
A diferencia de lo que la ideología transodiante sostiene, este trágico caso demostró que la identidad de género no puede ser impuesta a través de la crianza.